La tecnología nos hará libres. Y puede que también nos deje cada vez más solos. Es el signo de los tiempos. El producto de ese turmoil electrónico que hace que nuestra vida diaria esté cada vez más mediada por todo tipo de gadgets y pantallas que a menudo sólo nos devuelven el eco de nuestros propios pensamientos. Es la rutina individual elevada a la categoría de gran espectáculo social. Un espectáculo digital infinito, incesante, que convierte la realidad en poco más que un trampantojo, redefiniendo así el alcance de los sentidos y nuestros propios deseos.
Intrigado por las interacciones humanas en el día a día, el ilustrador y diseñador gráfico francés Jean Jullien nos regala una serie de imágenes que hablan de la vida de hoy en clave tragicómica . De nuestra vida. Jullien explora nuestros comportamientos sociales, las nuevas maneras en las que nos relacionados y comunicamos, buscando esas zonas grises en las que se manifiestan las sombras de nuestro día a día, el absurdo de lo cotidiano.
La vida moderna es confusión y pasión voluble, es pudor y amor narcisista, una mezcla de búsqueda ansiosa, imitación, autorepresentación mejorada y serendipia. Vivimos esclavos de la tendencia. Nuestra sexualidad intenta imitar a la pornografía. El onanismo y la interacción digital sustituyen al viejo romance, el narcisismo dicta la pauta en las redes sociales y el smartphone nos ofrece una falsa pero eterna ilusión de compañía. Jullien nos retrata con trazos sencillos, con una inocencia naif que contrapesa un subtexto entre divertido y amargo.
Tan cerca, tan lejos. Cada vez más conectados, y cada vez más solos. Ilustraciones sencillas que sirven para plasmar una realidad social cada vez más desnaturalizada y compleja.
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